Nuestra relación con el sonido: el papel del ruido en nuestras vidas

Este año ha traído profundos cambios al planeta, con una pandemia que ha afectado a miles de millones de personas, empresas y al medio ambiente. Lo que era normal antes de COVID-19 probablemente no volverá a serlo durante años, posiblemente décadas. La forma en que las personas interactúan entre sí, el funcionamiento de las industrias, el diseño de los espacios públicos y el modo en que los ruidos y sonidos se modelan natural o artificialmente para crear ambientes y atmósferas reflejarán probablemente las variaciones que estamos introduciendo en nuestras vidas.

Los cierres patronales en varios países han provocado cambios en los patrones sonoros, sobre todo en las grandes ciudades. Atrás ha quedado el zumbido constante de los vehículos, sustituido por el piar de los pájaros o el susurro de las hojas. En los cafés, el sonido familiar del tintineo de las cucharas, la espuma de la leche de las cafeteras, las risas y las conversaciones se ha silenciado. La gente percibe sonidos que nunca antes había oído, o aprende a adaptarse a un concepto nuevo para algunos: el silencio virtual. Tras el cierre, somos más conscientes de nuestro paisaje sonoro y de cómo puede afectar a nuestro estado de ánimo y comportamiento.

Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie que lo oiga, ¿hace ruido?

Cuando oímos sonidos, nuestro sistema auditivo los procesa y nos permite percibirlos o experimentarlos, lo que hace que los sonidos y el ruido sean subjetivos. Lo que atrae a unos puede repeler a otros. Lo que tranquiliza y calma, puede distraer y resultar intolerable para otro. En muchos sentidos, la forma en que percibimos el ruido como individuos y como colectivo viene determinada por las normas culturales y los condicionamientos humanos.

El sonido del deporte

El deporte es una interesante analogía de la vida en lo que respecta al modo en que procesamos el ruido, y 2020 ha sido sin duda un año que ha traído consigo cambios significativos y resultados inesperados. El vínculo entre deporte y ruido puede parecer tenue, pero en realidad el deporte tiene una relación compleja y codependiente con el ruido.

Este año, en el que los deportes profesionales han regresado lentamente, son física, mental y sonoramente muy diferentes. Puede que siempre hayamos dado por sentado el papel que desempeña el ruido del público en el disfrute de un deporte, tanto desde la perspectiva del espectador como del participante.

Para el deportista de élite de un deporte como el fútbol, el ruido, los cantos y los cánticos a gran volumen del público motivan y aumentan la adrenalina que le impulsa a rendir al máximo nivel. Los jugadores se han entrenado y condicionado para participar en entornos ruidosos y tienden a prosperar cuando se sumergen en un paisaje sonoro que reverbera por todo un estadio. Quizá el hecho de que sea un deporte de equipo se preste más a la comunicación y la interacción verbal. Si se elimina ese ruido, como ha ocurrido en 2020, los atletas se ven obligados a ajustar su concentración y aprender a jugar en condiciones totalmente nuevas.

Para el público en casa, que ve el partido por televisión o en línea -a menudo solo o con otro miembro de la familia-, las emisoras ya han tenido en cuenta la necesidad del ruido del público para crear ambiente. El ruido y los vítores simulados del público se añaden a la retransmisión e, incluso en su forma artificial, el ruido sigue siendo un componente esencial de la experiencia futbolística a distancia. Si no se viera que el estadio está vacío, nunca se notaría la diferencia. Esta táctica mantiene al público interesado y comprometido.

A la hora de diseñar estadios y pabellones, los ingenieros acústicos siempre buscan la mejor manera de optimizar el sonido dentro del espacio interior, minimizando al mismo tiempo la reverberación y el ruido para las viviendas y comercios de los alrededores. Es un delicado equilibrio entre garantizar que el sonido sea fácilmente audible en todo el estadio y que el sonido del público se atenúe o aumente en función de las circunstancias.

En el otro extremo del espectro deportivo está el tenis. Los ruidos fuertes o la interacción de los espectadores están muy mal vistos. La limitación y el control del sonido se consideran especialmente importantes para que los jugadores puedan concentrarse. La llamada al silencio es tan frecuente que la voz del árbitro suele ser el único sonido que se oye, junto con el golpeo físico de la pelota, a menos, claro está, que el jugador sea un gruñón, en cuyo caso se convierte en sinónimo de ese sonido como estilo de actuación. El diseño acústico es tan integral en un estadio de tenis que incluso una sola voz gritando entre una multitud de miles de personas será audible al instante por todos.

¿Por qué es importante vigilar el ruido?

Cuando se diseñan y planifican espacios cerrados o interiores, como estadios, cada proyecto comienza con planificadores especializados y consultores medioambientales que identifican qué ruidos estarán presentes, los niveles de volumen previstos y simulaciones del tamaño de la multitud. Todos los datos definidos se introducen en modelos de previsión que sirven de base para el diseño general, el uso de materiales y los sistemas de audio. La monitorización continua del sonido y las vibraciones es la mejor manera de medir, controlar y manipular el ruido para conseguir el objetivo deseado: subir el volumen del sonido para un gol o bajarlo para el himno nacional, por ejemplo.

En las aplicaciones industriales, mineras, de construcción y comerciales, las necesidades de control son muy distintas: a menudo no se trata tanto de crear un ambiente agradable y placentero como de cumplir las normativas gubernamentales y comunicarse de forma transparente con los posibles afectados. Pero la forma que adopte el ruido también determinará cómo se comunican las personas en la obra, qué equipos de protección pueden necesitar y cuánto tiempo pueden estar expuestas.

Los espacios públicos al aire libre son mucho menos predecibles cuando se trata de planificar el efecto del ruido en el uso que la gente hace de la zona o el ambiente que se crea. Históricamente, las ciudades no se diseñaban teniendo en cuenta el impacto del ruido excesivo, pero hoy en día, los sonidos -buenos y malos- pueden influir en la toma de decisiones de las personas a la hora de decidir dónde vivir, dónde trabajar, dónde enviar a los niños al colegio y cómo interactuar con los espacios compartidos. En los barrios tranquilos y las zonas suburbanas, cada ruido se amplifica y es probable que las reacciones de los residentes a esos ruidos sean más alarmantes.

Cuando se experimenta en ráfagas cortas, una multitud de aficionados al fútbol en un estadio emitirá decibelios de un Level similar al de un avión despegando. Cuando estamos en ese estadio en ese momento eléctrico, ese sonido es lo que más esperamos: lo celebramos. Si tuviéramos que vivir al lado de ese sonido todos los días, es dudoso que sintiéramos lo mismo.

Para gestionar y planificar eficazmente la gestión del tráfico en una ciudad hay que disponer de los datos adecuados para elaborar un plan de evaluación a largo plazo. Esto sólo puede conseguirse con precisión controlando los niveles de ruido y vibraciones en diversas zonas. El análisis de los datos permite a los planificadores tomar decisiones sobre posibles estrategias de intervención, la necesidad de retirar coches o restringir el acceso para crear zonas peatonales más ambientadas.

En torno a las obras de construcción, la vigilancia permite controlar la contaminación acústica excesiva y garantizar el cumplimiento de normas aceptables. En los aeropuertos, el ruido de los aviones debe controlarse y gestionarse no sólo para las comunidades circundantes, sino también para los trabajadores del aeropuerto, tanto en el interior como en el exterior, que pueden verse afectados negativamente por una exposición prolongada. El proceso de mejora continua debe basarse en una combinación de datos objetivos y testimonios/opiniones de los afectados, que constituyen los datos subjetivos.

¿Qué diferencia al enfoque ACOEM?

Acoem lleva más de 40 años investigando, desarrollando y redefiniendo la tecnología de control del ruido y las vibraciones a través de sus marcas 01dB y Metravib. Sus soluciones no pretenden silenciar espacios, sino dar forma al paisaje sonoro, utilizando datos predictivos precisos para mantener el ambiente en diversas situaciones. En colaboración con asesores acústicos y medioambientales, nuestros equipos y programas ayudan a optimizar el entorno sonoro y a minimizar o controlar lo que se considera contaminación acústica.

Cuando se utiliza de forma eficaz e intuitiva, la monitorización también puede proporcionar una sensación de seguridad añadida al indicar anomalías y alertarnos de desviaciones con respecto a lo que se consideraría normal en un paisaje sonoro concreto. La solución Acoustic Threat Detection (ATD) de Acoem lleva el sonido y las vibraciones a un nuevo nivel, ofreciendo a las ciudades y espacios públicos la posibilidad de utilizar una combinación de sonido y vista como herramienta de gestión de riesgos. Pueden instalarse módulos ATD para localizar incidencias de perturbación sonora y distinguir su origen y fuente. La detección en tiempo real de comportamientos anómalos, disparos o explosiones permite reaccionar, intervenir e incluso salvar vidas.

«El ruido forma parte de nuestra vida cotidiana, pero debemos protegernos a nosotros mismos y a los demás de una exposición excesiva», afirma Kévin Cormier, Director de Ruido y Vibraciones de Acoem. «Entendemos que cada cliente busca una solución específica para satisfacer sus propias necesidades y lo que funciona para una aplicación, puede no tener éxito en otra. Pueden ser tan diferentes como el fútbol y el tenis», añade. «Escuchar a nuestros clientes y comprender lo que necesitan nos permite diseñar siempre la solución de control de ruido y vibraciones adecuada»

Cuando se experimenta en ráfagas cortas, una multitud de aficionados al fútbol en un estadio emite decibelios similares a los de un avión despegando: Level. Cuando estamos en ese estadio en ese momento eléctrico, ese sonido es quizá lo que más esperamos: lo celebramos. Si tuviéramos que vivir al lado de ese sonido todos los días, es dudoso que sintiéramos lo mismo.

Para gestionar y planificar eficazmente la gestión del tráfico en una ciudad hay que disponer de los datos adecuados para elaborar un plan de evaluación a largo plazo. Esto sólo puede conseguirse con precisión controlando los niveles de sonido y vibración en diversas zonas. El análisis de los datos permite a los planificadores tomar decisiones sobre posibles estrategias de intervención, la necesidad de retirar coches o restringir el acceso para crear zonas peatonales más ambientadas.

En torno a las obras de construcción, la vigilancia permite controlar la contaminación acústica excesiva y garantizar el cumplimiento de normas aceptables. En los aeropuertos, el ruido de los aviones debe controlarse y gestionarse no sólo para las comunidades circundantes, sino también para los trabajadores del aeropuerto, tanto en el interior como en el exterior, que pueden verse afectados negativamente por una exposición prolongada. El proceso de mejora continua debe basarse en una combinación de datos objetivos y testimonios/opiniones de los afectados, que constituyen los datos subjetivos.

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Si desea más información sobre la monitorización inteligente de ruido y vibraciones Acoem y sobre cómo podemos adaptar soluciones a sus necesidades específicas, póngase en contacto con nosotros.

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