Cada año, el tráfico del aeropuerto internacional de Bogotá aumenta un 5% a pesar de un entorno urbano cada vez más denso. Controlar el ruido del aeropuerto se ha convertido en un problema importante. Para cumplir los requisitos de la normativa local y establecer un plan de comunicación con los residentes, el aeropuerto quiere instalar un sistema de gestión del impacto ambiental.